
Zeus seguía bajando por aquel oscuro y siniestro hoyo del que su abuela Gea le había señalado, aquel camino llegaba al mismísimo Tártaro, iba solo pues ninguno de sus hermanos se atrevió a acompañarlo, era un suicidio bajar al inframundo dominado por Cronos y peor aún custodiado por un dragon, pero tenía que continuar ya no había marcha atrás, aún recordaba las palabras de Gea cuando fue a visitarla en el oráculo.
– ¡Ah! Crónida tu gobernaras el cosmos, pero primero deberás derrotar a tu padre Cronos, solo liberando del tártaro a los gigantes de cien manos y con las armas que te forjen los cíclopes serás capaz de vencer a los titanes.
Así con estas palabras había profetizado Gea el ascenso del Cronida y Zeus siguiendo la profecía se aventuró a ir más allá donde cualquier inmortal se hubiera negado.
Zeus se acercaba al final de aquel oscuro y enorme pasadizo, aquel camino se hacía cada vez más ancho, las paredes eran de dura piedra y escuchaba a lo lejos los ecos de gritos tormentosos, al final de aquel largo túnel se abría una enorme caverna sostenida por altas columnas por las cuales se adentró y a lo lejos logró vislumbrar una enorme puerta broncínea, mientras pasaba lentamente entre las columnas trató de ser lo más silencioso y cauteloso posible, pues sabía bien que en aquel lugar debía estar oculto el dragón Campe, aquella era una enorme criatura mitad serpiente y mitad mujer era hija de Gea y había sido puesta por Cronos como guardiana del tártaro para que nadie nunca saliera.
De pronto, Zeus escuchó un ruido diferente al de sus pasos, era el sonido de algo arrastrándose, se detuvo en seco tratando de no hacer ningún ruido y miraba atento en la profunda oscuridad tratando de ver algún movimiento, se sentía acechado pero no tenía miedo, solo estaba a la expectativa para abalanzarse contra su enemigo.
Algo siseo en su nuca e intentó voltearse pero ya era tarde, aquella enorme criatura se había puesto a sus espaldas y lo había atrapado con sus enormes garras y sus colas de serpiente se habían enrollado en el cuerpo del Cronida. Campe extendió sus alas para levantar el vuelo, pero se percató de que Zeus era más fuerte y pesado de lo que había considerado, así que no pudo levantarlo y prontamente Zeus se liberó de sus garras, pues poseía la fuerza de su padre y muy hábilmente con una maniobra Zeus logró colocarse en la espalda de Campe y apretar con sus musculosos brazos el cuello de la dracaena, Campe trataba con todas su fuerzas liberarse de aquella asfixia que le provocaban los brazos de Zeus, pero este se aferraba con tal fuerza que terminó por dar muerte a aquel monstruo, dejó su cuerpo inerte en aquella caverna y tomó un breve respiro antes de continuar.
Finalmente abrió las enorme puertas de bronce del tártaro y liberó a los hecatónquiros y a los tres cíclopes Argos, Esteropes y Brontes, quienes en agradecimiento por su liberación forjaron para Zeus el rayo, para Hades el yelmo de invisibilidad y para Poseidón el tridente que controla los mares.
Con estas nuevas armas los olímpicos podrían finalmente destruir a los titanes.